Nunca me ha gustado estudiar en las bibliotecas. Me parecen lugares fríos, demasiado silenciosos, impersonales. Odio además ese maldito “shhh” para demandar silencio, más escandaloso que cualquier susurro.
Pues bien, todo esto no lo encontraremos en un coworking.
Cuando llegué la primera vez al Coworking la Vall no sabia realmente lo que se hacia allí. La gente con la que me encontré tecleaban como locos en sus ordenadores y utilizaban lo que a mí me parecieron palabras muy raras (startup, networking, crowfunding, etc…). ¡Qué extraño se me hizo al principio! Eran personas que no se conocían y aún así estaban empezando a crear una fuerte conexión entre ellos, que desembocaba en unión y cooperación. Del desconcierto pasé a la fascinación.
Un coworking no es solo un espacio donde trabajar tus proyectos. Es un lugar donde uno puede centrarse en su tarea sin tener que estar pendiente de esos otros asuntos que nos distraen en casa. Pero lo más importante de un coworking es la posibilidad de no estar solo, de sentirse acompañado aunque nuestra labor sea individual. Porque estar solo durante muchas horas es duro.
Estos espacios de trabajo compartido ayudan al emprendedor a sentirse valorado. El entorno familiar, en ocasiones, no comprende que todas esas horas que uno pasa frente al ordenador también son trabajo. Pero la gente con la que compartes el coworking son como tú, saben que ese proyecto que tantas horas requiere de ti frente al ordenador también es un trabajo. De esta manera, a través de la compañía y la unión que ofrece un coworking, nos sentimos más realizados.
En la red que AER está creando de “Coworking la Vall” fomentamos la colaboración, la comunidad y, como no, el networking. Para todo esto no es necesario tener unas instalaciones de lujo o enormes. Es más, la filosofía de AER al respecto de los coworkings es reutilizar lugares públicos que no tienen un uso específico, como locales que los ayuntamientos tienen cerrados y se pueden aprovechar para fomentar estas iniciativas que tanto pueden reportar a la sociedad.
En resumen, me encanta el ambiente que existe en los coworkings: mentes abiertas, ganas de trabajar, ayuda desinteresada… ¡Es la auténtica cultura AERense! Por ello creo que deberíamos fomentar más estos lugares de trabajo.
¡Y, por qué no, al finalizar la jornada tomarnos juntos algunas cervecitas ;-)!
Excelente concepto, interesante entorno de trabajo, me imagino lo que se divertiría uno y ademas de nuevos amigos y relaciones.